La intervención dura entre 60 y 90 minutos, pero el tiempo que pasará fuera de la habitación es mucho mayor. Desde que se llevan al paciente de la habitación hasta que comienza la operación pasa entre una hora y hora y media. Durante este tiempo, el paciente está en la “sala de acogida”, donde se comprueba que el tratamiento, los consentimientos, la historia clínica… esté correcto y se le canaliza la vía venosa. Allí será visitado por el anestesista que le va a tratar en su intervención.

Mientras tanto, se está preparando el quirófano con todo lo necesario para la operación.
Una vez que el quirófano está preparado, el paciente será trasladado al quirófano y será preparado para ser anestesiado. La anestesia será, por regla general, raquídea mediante punción lumbar. Aunque usted se mantenga despierto, el anestesista hará lo necesario para que esté relajado.

Ya anestesiado, los cirujanos le colocarán en la posición para poder operarle y comenzará la intervención, que, como se menciona antes, durará entre 60 y 90 minutos.

Durante la intervención, usted oirá distintas herramientas; se trata de un proceso seguro y sistematizado.

Al terminar la operación, el cirujano llamará a su habitación para informar a sus acompañantes de cómo ha ido todo. Es por esta razón que siempre debe quedarse en la habitación un acompañante, para poder contactar con él en cualquier momento en caso de que fuera necesario. Usted será trasladado a la Unidad de Recuperación Post Anestesia (URPA). Aquí permanecerá el tiempo que el anestesista responsable considere necesario hasta que sea definitivamente trasladado de nuevo a su habitación.